Tanto semillas como frutos secos gozan de excelente reputación en la alimentación saludable. Pero ¿cuáles debemos activar, y cuáles moler? ¿Qué beneficios nos brindan?
Las semillas y los frutos secos son un grupo de alimentos importantísimo, fuente de los que llamamos macronutrientes: hidratos de carbono, proteínas y grasas saludables.
Pero lo que las caracteriza es el importante aporte de micronutrientes que nos brindan: fundamentalmente calcio y ácidos grasos esenciales, pero también fibras, vitaminas y otros minerales.
Para optimizar las propiedades que pueden brindarnos, vamos a subdividirlos según su tamaño. Están las grandes: los frutos secos (almendras, nueces, avellanas, castañas), algunas de tamaño mediano, como las de girasol y zapallo, y otras pequeñas: lino, sésamo, chía.
Lo importante es que las utilicemos de manera consciente:
No a los Mix, ni de semillas, ni de frutos secos.
Para tener óptimas digestiones y por lo tanto lograr que nuestras células reciban los nutrientes que tienen para aportarnos, no debemos mezclar a estos grupos de alimentos entre sí ni distintas variedades dentro de cada uno de los grupos.
Conservarlos cuidadosamente.
Las semillas y frutos secos son la fuente que la Naturaleza nos ofrece de ácidos grasos esenciales, los conocidos omega 3 y 6. Éstos se destruyen fácilmente en presencia de la luz, la temperatura alta y el oxígeno, por lo tanto debemos almacenarlos en lugares frescos y oscuros, y nunca comprarlos molidos. Por el mismo motivo tampoco hay que cocinarlos o comprarlos tostados, van a haber perdido estas grasas tan importantes y escasas.
Cómo activar los frutos secos y semillas
Hay maneras de optimizar el aporte de nutrientes que tienen las semillas y frutos secos para brindarnos, esto es lo que se llama ‘activar”.
Consiste en dejar en remojo en un vaso con agua filtrada las semillas de girasol o zapallo o frutos secos, durante 8 hs aproximadamente, en la heladera.
Lo que sucede es que de esta manera las semillas interpretan que inician su “germinación”, se ponen en marcha procesos metabólicos que permiten a esa semilla transformarse en planta, y el resultado es que se multiplica exponencialmente el contenido de vitaminas y enzimas, es decir, aumenta su valor nutritivo.
Como beneficio extra, con la activación, mejora la capacidad que tenemos para digerir esa semilla y aprovechar en consecuencia sus nutrientes. Podemos en casos de constipación activar semillas de lino o de chía, veremos que se forma una especia de gel, llamada mucílago, que junto con la fibra de las semillas favorece el tránsito intestinal.
Chía y sésamo
Hablemos brevemente de las semillas más pequeñas.
La chía, que nos proporcionaran fundamentalmente grasas omega 3.
El Sésamo, es un alimento privilegiado como fuente de calcio.
Ambas semillas son muy pequeñas, no tenemos el hábito de masticar correctamente, y aun si lo hacemos resultan de difícil digestión por la cantidad de fibra de sus cáscaras. Resulta fundamental entonces consumirlas molidas, ya que de otra manera no lograremos acceder a sus valiosísimos nutrientes. Como sus componentes se oxidan rápidamente en contacto con el oxígeno, es fundamental molerlas en el momento en que las vamos a consumir.
Si hablamos de cantidades de semillas, una cucharada sopera diaria de cada una es suficiente, siempre recordando consumir una variedad diferente en cada comida, activada o molida según el caso, y siempre crudas.
Fuente: Nota de la Lic. en Nutrición Laura Serna en Green vivant.com