Cuando nuestro hijo es diagnosticado como celíaco, es un momento de replanteo de muchas cosas.
Si la llegada al diagnóstico fue complicada, sentirás un gran alivio. Si no había demasiados síntomas, tal vez cueste un poco más asumir la nueva condición.
Seguramente te encuentres en el final de un camino de meses de consultas y varios análisis, incluyendo el resultado de la endoscopía gástrica y la confirmación del gastroenterólogo.
Por eso antes que nada te sugerimos que te tomes un día para descansar y asumir la nueva realidad, que si bien no es dramática (por lo general la celiaquía descarta una serie de posibles escenarios de salud mucho más complejos) va a implicar un cambio importante en las costumbres del hogar.
Hay que empezar juntos un nuevo estilo de vida, una nueva etapa para el niño, para la familia y amigos.
Algunos consejos para comenzar
- Asumir. Los padres debemos prepararnos emocional y psicológicamente. Es un cambio de vida al que nos debemos adaptar para transmitir seguridad a nuestros hijos. Es recomendable consultar con un Licenciado en Nutrición en caso de que haya dudas.
- Comunicar. Hay que hablar claro con los hijos y adaptar el lenguaje según la edad. Es importante, en todos los casos, explicar las consecuencias de comer gluten, tanto a corto como largo plazo. Debemos transmitirles que hay que cuidarse mucho, pero no vivir con miedo.
- Acondicionar nuestra cocina. Es necesario adaptar nuestra cocina para que puedan convivir los productos aptos para celíacos con los del resto de la familia. Es imprescindible mantener los productos en recipientes con cierres herméticos y etiquetas indicando si el contenido es sin TACC o no. De esta forma, el niño sabrá bien cuáles son las cosas que él puede comer y se evitará la contaminación cruzada.
- Unificar. Una muy buena idea es sustituir todas las harinas o productos para manufacturar que sean de trigo por las de arroz, mandioca, soja u otros cereales aptos. De esta manera nos garantizamos que todo lo que se elabora en casa es apto para el celíaco y toda la familia. Esto es beneficioso a nivel emocional, psicológico y logístico.
- Aprender nuevos hábitos. Toda la familia tiene que incorporar pequeños cambios en las actividades cotidianas. Evitar contaminar los productos comunes (manteca, dulce de leche, mermeladas, quesos de untar, etc.), utilizando utensilios diferentes en cada caso o comprando potes separados. Una vez que el cuchillo toca un pan o una galleta con trigo se contamina, y no debe volver a utilizarse.
- En la escuela. Es importante estar siempre en contacto con los padres y madres de los amigos; de esa manera, el niño se sentirá más contenido. La maestra cumple un rol importantísimo, ya que está muchas horas con ellos. Es necesario que le hable a los chicos para que sepan qué es la condición de celíaco y que ya no pueden compartir sus meriendas, sin previo chequeo de si son aptas o no. En oportunidad de las meriendas compartidas, puedes sugerir que sean “meriendas saludables”, así pueden llevar frutas, jugos, huevos de codorniz, tomates cherry, galletas de arroz entre otras cosas.
- Cumpleaños. Ir a un cumpleaños de un amigo, al principio, puede ser un estrés, pues genera miedo no saber que hay para que el chico coma y si va a estar contemplado. Podemos mandarle una vianda con algunas cositas aptas y hablar con la mamá del cumpleañero y consultar las opciones de menú que va a tener. Es importante que el celíaco se anime a decir lo que necesita o tiene ganas de comer. Al llegar, le puedes decir que tenga de referencia a un animador o a la mamá del cumpleañero. En los cumpleaños familiares o de amigos, es más fácil preparar algunas opciones exentas por naturaleza. Si tienes ganas de cocinar algo apto para todos, puedes ver alguna receta o encargarla a alguien que se dedique a ello.
- En la calle. Hay que incorporar la costumbre de preguntar siempre en los restaurantes si hay opciones para celíacos, aunque supongamos que no. Es una forma de ir generando conciencia de a poco en los proveedores de servicios, y a veces uno se sorprende con la buena disposición y el interés. Una opción práctica y generalmente sin riesgo son las ensaladas (sin croutons o aderezos que generen dudas) o carnes a la plancha o parrilla con arroz. Para las papas fritas, consultar siempre si se fríen en un freidor exclusivo o ese mismo aceite se utiliza para freir milanesas.
- Estar preparado. Los frutos secos y barritas de cereales aptas son excelentes opciones para llevar con uno. Ocupan poco espacio, alimentan y proporcionan energía. En un supermercado, comprar fiambre y queso aptos y comer unos arrolladitos con galletas de arroz es otra opción práctica y accesible. Por supuesto, no debemos olvidar de pedir que limpien la máquina y descarten la primer feta.
La clave es organizarse con tiempo y animarse a preguntar.