La Universidad de Oviedo desarrolla un método diagnóstico de la celiaquía.
Está en marcha otra investigación del mismo departamento que busca mejores sistemas de detección de gluten en los alimentos
El departamento de Química, Física y Analítica de la Universidad de Oviedo está desarrollando dos investigaciones para ayudar a diagnosticar la celiaquía y para facilitar la producción de alimentos sin gluten, respectivamente. El gluten es una proteína que se encuentra en algunos cereales. Los celíacos no lo toleran y sufren molestias y dolores cuando lo ingieren.
Así lo explicaron ayer en la III Jornada Celiaca que se celebró en el Palacio de Congresos de la Feria, los investigadores universitarios María Jesús Lobo Castañón y Agustín Costas. María Jesús Lobo Castañón ‑del Grupo de Químico Bioanalítica, del departamento de Química, Física y Analítica de la Universidad de Oviedo- intenta desarrollar métodos para separar el gluten de los alimentos. “Queremos tratar de mejorar los métodos que actualmente se utilizan para detectar el gluten”, comentó la investigadora. “Nuestro trabajo consiste en el desarrollo de sensores químicos para detectar sustancias que puedan haber en los alimentos, en este caso el gluten”, agregó.
Agustín Costas, del grupo de Nanobianálisis del mismo departamento universitario, explicó por su parte que
“estamos con la idea de unas tarjetas con sensores que nos ayuden a detectar los anticuerpos”.
Ambos investigadores universitarios lamentaron los problemas para obtener financiación para desarrollar su trabajo sobre aspectos relacionados con una enfermedad que afecta aproximadamente a una de cada 200 personas.
En la misma jornada ‑que fue organizada por la Asociación de Celiacos del Principado de Asturias (Acepa)- intervino, divulgando lo que significa ser celíaco, la pediatra Cristina Molinos.
“Mucha gente sabe en que consiste ser celíaco, pero aún así no entiende lo que realmente supone y todavía se oyen frases como ‘venga no pasa nada porque comas un poco de gluten’ ” comento.
Los intervinientes hablaron frente a un público compuesto en su mayoría por familias con niños pequeños.
La celiaquía es una enfermedad autoinmune que tiene un componente genético aunque no es determinante. Para que alguien sea celiaco debe tener un gen determinado, pero se da el caso de personas que tienen ese gen y no desarrollan nunca la enfermedad. “Esto es como la lotería, al que tiene un boleto le puede tocar o no, pero el que nunca ha comprado uno, no le tocará”, puso como ejemplo la doctora. Explicó que “algunos celiacos, en su mayoría adultos, no saben que lo son” debido a que sus síntomas pueden confundirse con otras dolencias, informó durante su exposición.
Los síntomas que produce la afección cambian dependiendo de si uno es niño o adulto. Entre los malestares que sufren los más pequeños están: Diarrea, barriga hinchada, pérdida del apetito o de peso. Los adultos suelen tener otros diferentes: Falta de hierro, jaquecas o dolor abdominal.
“Esta enfermedad es camaleónica, sobre todo en los mayores, esto quiere decir que tiene síntomas similares a otras dolencias, no vayamos a pensar que todo el mundo al que le duele la barriga tiene celiaquía”, explico Molinos,
quien también resaltó que aunque la enfermedad tiene un componente genético no es hereditaria (hijos de celiacos no tienen por que serlo necesariamente).
Esta enfermedad es autoinmune. Esto es, es el propio sistema inmunológico del paciente el que daña su cuerpo. “El gluten se une a una proteína que tenemos y que va al organismo. Ese conjunto, el sistema inmune lo interpreta como algo extraño y lo ataca”, añadió. Los glóbulos blancos, que son los que nos defienden de virus o bacterias, confunden su objetivo y acaba dañando al organismo. La enfermedad no tiene cura, pero se pueden paliar sus efectos con una dieta estricta que mitiga los síntomas. “Aunque algunas personas se notan mejor y no sienten malestar con el régimen, pero esto no quiere decir que se hayan curado”, explica la pediatra.
Fuente: La Nueva España nota publicada el 21 de agosto de 2016.-