Cuidado, celíacos
La industria farmacéutica tiene enormes intereses económicos y apuesta a tratar todas las enfermedades, y más las crónicas incurables.
La industria farmacéutica se disputa las máximas ganancias y se disputa el ingreso de dinero con la industria de las armas.
Modificar la inmunidad es una operación delicada que en ocasiones mejora sensiblemente el pronóstico de algunas enfermedades, pero siempre, siempre, siempre deja un daño colateral.
El primer paso para convertir una enfermedad en una enfermedad autoinmune es “la definición”. No es lo mismo decir enfermedad inmune mediada que decir enfermedad autoinmune o decir intolerancia alimentaria.
La industria farmacéutica o diagóstica, organiza fenomenales encuentros en paradisíacos lugares y en hoteles cinco estrellas para que reconocidos investigadores “redefinan una enfermedad”.
No es lo mismo decir que “la celiaquía es una intolerancia alimentaria” cuyo tratamiento es modificar la dieta y ¡VIVIR! que decir “la enfermedad celíaca es una enfermedad autoinmune…”, porque acá se le abre la puerta a la terapéutica.
Modificar la inmunidad exitosa que le ha permitido a la humanidad vivir 4.350.000, con un “inmunomodulador” o un “inmunosupresor”, para comer tortas negras o bizcochito de grasa es DEMENCIAL.
Celíacos, estén atentos, lo peor que les puede pasar para el futuro laboral o el ingreso a un sistema de salud prepago es aceptar inocentemente la definición de ENFERMEDAD AUTOINMUNE CRÓNICA INCURABLE.
Cualquiera le da trabajo a una persona o lo ingresa a una obra social si solo tiene una intolerancia alimentaria. Dejar esta definición para agarrar la anterior es incomprensible y muy comprometedor del futuro.
Definir la celiaquía como una enfermedad autoinmune crónica incurable es un logro de la industria farmacéutica o de los laboratorios de diagnóstico.
Aceptar esta definición ha sido un fracaso nuestro como pediatras ya que ha signado o estigmatizado a un niño sano (que lo hace enfermo) y lo conduce a vivir en un mundo peor.
Lo mío no es filosófico, es humano.
Estén muy atentos.
Por Eduardo Cueto Rua
Fuente: El País Digital, nota del 26 de noviembre 2016.-