“¡Una miguita no es nada!”
“Porque comas una vez no te va a pasar nada”
“Hasta hace poco comías de todo y no estabas tan mal”
“Mirá, le sacás esta partecita que tiene masa y ya lo podés comer”
Los celíacos estamos acostumbrados a escuchar éstas y frases similares bastante seguido.
Es que a los “no celíacos” muchas veces les cuesta comprender en profundidad la concepción de una dieta libre de gluten. Por más que algunos somos tremendamente reactivos, en muchos casos otros podemos ingerir un alimento contaminado sin que haya una reacción inmediata constatable.
Pueden existir tantas reacciones al consumo de gluten como celíacos hay, pero lo cierto, es que a todos los celíacos nos hace mal.
Es bueno ser firmes y no dejar de responder que una “miguita” puede hacernos muy mal.
Que a mediano plazo el gluten puede ocasionarnos problemas de salud muy graves, como malnutrición o perforación de intestino.
Que la contaminación cruzada puede realmente hacernos sentir descompuestos y enfermarnos, y que las consecuencias de ese mínimo consumo pueden ser varias dependiendo del organismo de cada uno y del tiempo que le tome reaccionar ante el gluten. Cada uno reacciona diferente.
Es importante que puedas responder de manera lo más didáctica posible (aunque te sientas frustrado) que sí, que un poquito puede hacerte muy mal. Que no es por exagerar que siempre preguntas las marcas de los productos, o cómo están elaboradas las diferentes comidas y preparaciones.
Es fundamental que las personas sepan comprenderte y sean capaces de ponerse en tu lugar. Y ese es un trabajo nuestro, que requiere de tiempo y paciencia.
Cuando estás con familiares y amigos, el tema de la celiaquía, generalmente, surge en la conversación. Aprovecha esos momentos para poder aclarar, una vez más, qué es la celiaquía y cómo se siente un celíaco.
Es un trabajo arduo, pero es muy satisfactorio cuando logramos que algún familiar o amigo haga “el click”, se esfuerce por entender y nos ayude a hacer la vida cotidiana un poquito más fácil.
Es que para eso están los afectos.
Y recuerda siempre, comer sin gluten no es el fin del mundo.